lundi 27 juillet 2009

Il gatto, Jeanne-Marie y el César

Escribo para darle vida eterna a aquél momento del todo espectacular. Estoy feliz y satisfecho, soy yo mismo el que deja las bambalinas para pisar con fuerza las tablas de Apolo, después de haberlo hecho ya con Artemisa. Weeeeeeeeeeeez!

Después de una de mis especiales noches de Venus, llenas de exceso sensitivo en compañía de Amorfo, lo crucé por primera vez, allá en donde suele trabajar. Alto, corpulento, peludo, frágil y fuerte por igual… Así era este César, para mí ‘el César’. Lastimosamente no hay nada perfecto: Un cierto aire popular que lo rodeaba podría hacerlo ver un poco ‘ordinario’. Sin embargo me gustó… – me pregunto qué tan certero fue el comentario de Amorfo sobre mi debilidad por los gatos kitsch ¡Carajo! En fin, pasábamos por allí ya que mi querido camarada de fiesta necesitaba las llaves de su aposento y justamente el César las tenía.

Después de verlo detenidamente, de algunas palabras ociosas y de que pasara sus grandes manos por esa zona ‘no recomendable para la castidad’ dos veces me di cuenta que nuestro emperador podría calificar como gorgeous and fuckable, tal cual lo hacemos con el tío Waldo, y en cuestión de segundos me transformé en el gato más amigable jamás visto. Por supuesto le hice notar mis percepciones a Amorfo en lengua victoriana, él no hizo sino resaltarme su sabor popular jugando con unos lentes oscuros y un empaque de “Max Power: Body building” que lógicamente no eran suyos. Mientras que el César cerraba la fonda cargando unos portones de seguridad enormes, nosotros proseguimos con nuestro ‘flirteo’ hasta que mi amigo sin forma me advirtió que no éramos los únicos que hablaban tal lengua en el lugar: mi nuevo flash nocturno también la entendía. Decidimos cambiar a la napoleónica para evitar ser descubiertos hablando de semejantes cosas.

Finalmente, salimos de nuevo a la calle los tres caballeros nocturnos. Como mi extremo encanto estaba funcionando, pronto el César empezó a contarme sobre sus problemas y demás. Yo estaba embelesado en su masculinidad naif… Se me hacía tan imponente con sus músculos así como bastante dulce con sus reflexiones, llenas de ese no sé que tiene lo que recién logra cautivarnos. Me fascinaba andar a su lado, de alguna forma me sentía protegido. Afortunadamente no era sólo ternura masculina, lo poseía a su vez una sensualidad muy marcada por sus gestos, además de un ego bastante firme y modesto. La suma de todo esto me hizo decidir tomarme unos buenos tragos en su compañía. Propuse una compra colectiva de alcohol para beberla en casa de Amorfo, quien ya presentía lo que vendría una vez empezáramos a beber.

Y así fue. Nos instalamos en la habitación de Amorfo e hicimos un rápido inventario de lo que tendríamos para la noche: una última parte del vodka que compramos cuando conocí a Grisáceo (ooh! Here we go again!), una cuarta parte de una de aguardiente, media botella de cidra, una caja de vino dulce y media de cigarrillos – que ‘curiosamente’ ayudé a consumir. Comenzamos juntos cantando varias canciones de todo tipo empezando por unas industriales. El alcohol también quiso hacer de las suyas soltándonos la lengua, la nariz, las manos y los ojos: el César y yo empezamos a hablar de más e inmediatamente emprendí mi labor fetichista olfativa-táctil con él, acercándonos aún un poco más, mientras que el pobre dueño de la alcoba caía en manos de los sueños. Sin embargo, antes de que entrara por completo mi amigo en los reinos oníricos, nuestro emperador sugirió invocarla, sí, a ella, a Jeanne-Marie.

¡Carajo al cuadrado! Aquella famosa diva seca aparecería en nosotros… Tenía mucho miedo, pues era consciente de lo que podría hacer conmigo si me entregaba por completo a ella. Tanto Amorfo como el César solían frecuentarla entonces se burlaron a sus anchas de mi ausente experiencia. Sin más preámbulos le dije a mi gato romano que la invocaría con él si prometía acompañarme durante todo el proceso empezando por un gran beso, a lo cual accedió con una gran sonrisa:

Clap, clap, clap. Plam, plam, plam.

Listo, he aquí nuestra Diosa. De sus manos pasó a su boca y de allí a la mía: ¡Qué cosa más sexy! ¡Por todos los dioses gatunos! Su hálito entró en mí para salir rápidamente… “¡No, no la botés! Tenés que pasártela” De nuevo sus labios tocaron los míos, su aliento me tomó por completo… Ingresó a mis pulmones, tosí… Risas de mis compañeros. “Ahora sí te cogió, de una” Luego un tercer beso sin la Diva, ¡hmmmm! Presión, nervios, calor: con mis ojos cerrados me abandoné a la emoción y a la sensación… Renové mis votos con Apolo en aquél beso, después de haber besado a Artemisa anteriormente, recuperé de nuevo mis alas. Me sentí muy bien al haberle dado el mismo placer que le di a Ella… El César-Apolo se rió con su natural frescura de niño y me miró a los ojos, luego inclinó su cabeza y me abrazó. “Me gustó tu beso”.

Amorfo cayó dormido… El César siguió hablando dándome, a su vez, dos regalos: una foto suya con una bonita frase en la parte posterior y una manilla de cuero hecha por él, “AVC” (¡Ave Caesar!) Algunos minutos después me obsequió varias de sus lágrimas al recordar sentirse rechazado por alguien. Yo, a cambio, le ofrecí mi Joker de Corazones, dónde escribimos mi nombre, ‘O’ Malley French’, más informaciones extra.

La noche nos tomó del todo y nos fuimos a soñar. Pusimos a Barnabé (…Laisse dormir ton papa!), nos abrazamos, volamos… Grisáceo volvió a mi mente, me transporté varios meses atrás, juntos, en la misma cama… Dormí como nunca, toqué inconsciente a mi emperador, como siempre lo hago cuando dormito con alguien que me gusta. Durante la madrugada abrí los ojos de vez en cuando y siempre me encontré con el rostro del César de frente, protegiéndome, sonriéndome. No lo abracé demasiado, aprendí bien la lección… Mordiéndome los labios de las ganas me contuve.

Llegó la mañana, el día empezó. Me acompañó al sitio donde me recogería mi carroza comunitaria y me despidió dándome un fuerte apretón de manos más un cálido abrazo…

“Adiós” “Bye”

Y seguí mi camino… Él también continuó con el suyos.

'El César'


2 commentaires:

Luisa Carolina Cárdenas a dit…

Bonita experiencia, lo chevere fue leer lo bien que la describiste... y los eufemismos. Lindo blog, lindo gato :D

Monsieur Bavard au Chapeau Magique. a dit…

Hé! Gracias! Mil gracias! ♥